Aún dormitando volví a la cama hasta las 8:30. Para mi buena suerte vivo al frente de la plaza, con una envidiable vista panorámica que me permite disfrutar de la variedad de tonos verdes que tiene Pichari. Salí al balcón, vi a dos niños con el uniforme de aguiluchos, los llamé y con señas les dije que no habría clases.
Te preguntarás ¿quiénes son los aguiluchos? y ¿quién soy yo?
Bien, los aguiluchos son un grupo de aproximadamente 25 niños, de entre 7 y 13 años, seleccionados por sus instituciones educativas (estatales y particulares), que reciben clases y talleres dentro de las instalaciones del Comando Especial VRAE (CEVRAE), clases en valores, identidad, bienestar, comunicación, comportamiento, deseos de superación, etc., ayudándolos a ser mejores personas, mejores hijos y mejores ciudadanos, porque son ellos el futuro del VRAE.
Yo, soy Licenciada en Ciencias de la Comunicación , trabajo en el CEVRAE como personal civil, realizo actividades que ver con mi carrera, radio, diseño gráfico, diagramación y otros. Soy la primera y única mujer que labora en el Fuerte Pichari. Como entenderán los aguiluchos no pueden ingresar al cuartel sin una persona autorizada, que los acompañe todos los sábados de 8:30 de la mañana a 12:30 del día; antes, durante y después de sus clases hasta que regresen a casa. Son menores de edad entre ellos niñas y mi presencia es importante para dar confianza a los menores.
Específicamente los aguiluchos están a cargo del Componente Aéreo, un grupo de Oficiales y Sub Oficiales de la Fuerza Aérea del Perú, son los instructores y hermanos mayores de esta familia. Mientras yo me reúno con los niños en la plaza, nuestros hermanos mayores llegan para ir juntos al cuartel.
Son sábados únicos donde junto a mis niños aprendo cosas nuevas. Al principio los niños actuaban entre ellos mismos, dejando de lado a las niñas, un poco temerosos y desordenados, pero mientras pasaban las semanas las cosas iban mejorando. Las clases en valores como la disciplina, responsabilidad, puntualidad, respeto, gratitud, etc., fueron dando sus frutos. Las exposiciones de videos motivadores, las prácticas de primeros auxilios, la orientación con brújula, canto, deporte y natación son lo que más los entretiene.
Son sábados únicos donde junto a mis niños aprendo cosas nuevas. Al principio los niños actuaban entre ellos mismos, dejando de lado a las niñas, un poco temerosos y desordenados, pero mientras pasaban las semanas las cosas iban mejorando. Las clases en valores como la disciplina, responsabilidad, puntualidad, respeto, gratitud, etc., fueron dando sus frutos. Las exposiciones de videos motivadores, las prácticas de primeros auxilios, la orientación con brújula, canto, deporte y natación son lo que más los entretiene.
Ser parte de este equipo de trabajo y del primer grupo de aguiluchos, alegra mis fines de semana aquí en el VRAE, como profesional veo de cerca el esfuerzo por querer ayudar a los niños de mi pueblo, porque nací en este hermoso valle. Así sea un pequeño grupo piloto, vale mucho, mejor dicho muchísimo para la vida de estos chicos. Aunque desearía que todos los niños del Perú reciban este tipo de orientaciones, tal vez no necesariamente militar, pero que fomenten las buenas costumbres a base de valores, que cada uno de ellos consolide un carácter para que aprendan a diferenciar entre lo bueno y lo malo, para que no se alimente más corrupción en la sociedad, más asistencialismo a la gente del pueblo, al conformismo y todas las cosas indeseadas que se ven en la actualidad. Son ellos el futuro de sociedad y nosotros somos responsables de que el futuro sea mejor.
Hoy tuve mi sábado libre, pero lo más importante es que me permitió contarte una de las tantas experiencias que vivo aquí en el VRAE.
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