En el Escudo
Nacional del Perú, aparecen los símbolos de los tres reinos de la naturaleza,
en el lado derecho superior se encuentra el árbol de la Quina o Cascarilla, que
simboliza nuestra riqueza en el recurso vegetal del país. También integran el Escudo
Nacional, la Cornucopia y la Vicuña.
Irónicamente
la Quina es una especie forestal que viene desapareciendo en nuestro territorio
nacional por muchas razones: deforestación, tala ilegal, agricultura
migratoria, quemas periódicas, desconocimiento, entre otros. A pesar de ser
considerada mundialmente como salvadora de la humanidad ante las fiebres
recurrentes de malaria o paludismo -enfermedad que reinó imperturbablemente
durante casi dos siglos- hoy la Quina se
halla casi extinta.
El
uso de los beneficios de la Quina, se remonta desde la época pre inca,
llamándolo quinquina o corteza de las cortezas. Esta corteza era macerada en
chicha de maíz para tratar infecciones, inflamaciones, fiebres y dolores. Los
españoles lo maceraban en aguardiente o vino -"vino quinado";
posteriormente fue utilizado como infusión, luego administrada en polvo,
píldoras o extracto.
En
la época de la Colonia, el Padre Antonio de la Calancha (1,584 - 1,654), hizo
mención por primera vez en su obra “Crónica Moralizadora de la Orden de San
Agustín en el Perú” sobre el árbol que cura las fiebres, nombre usado por los
indígenas peruanos desde tiempos muy remotos.
El
nombre de Cinchona deriva de Chinchón, que corresponde al título de la Condesa
Chinchón, Doña Francisca Enríquez de Rivera, esposa de Don Luis Jerónimo
Fernández de Cabrera y Bobadilla, IV Conde de Chinchón y XIV Virrey del Perú. La
Condesa de Chinchón, se salvó de morir de paludismo gracias al árbol de la Quina
(1638 a 1639), proporcionado por un cajamarquino. El propio Virrey llevó a
Europa éste producto natural (1640), para los análisis químicos y resultó que
contenía un polvillo blanco que es la "quinina", luego también
llamado polvos de la condesa, polvos del cardenal Lugo, polvo de jesuitas y
árbol de la vida.
Desde
entonces y principalmente durante los siglos XVIII y XIX, las selvas montañosas
del Perú, Bolivia y Ecuador, fueron explorados y luego arrasados.
Durante
la Segunda Guerra Mundial, las demandas de la corteza del árbol de la Quina, fueron enormes, llegándose
inclusive a destruir los bosques hasta extremos increíbles, reportándose cerca
de 7.75 millones de libras de los cuales 4 millones (52%), correspondieron a
nuestro país
Árbol de la quina
de 12 m. de altura y 23 cm. de diámetro, ubicada en una parcela agroforestal
asociada alcultivo del café, en la comunidad de Villa Esmeralda a 1.350
m.s.n.m., distrito de Kimbiri - Cusco (VRAEM).
EL ARBOL DE LA QUINA O CASCARILLA, PRESENTE EN LOS BOSQUES DE
NEBLINA DEL PERÚ
El árbol de la quina o cascarilla, está representado en los
bosques sub andinos del trópico
peruano (600 a 1300 m.s.n.m.), por 17 especies del género Cinchona, perteneciente a la familia botánica
de las Rubiáceas.
Es
un árbol de aproximadamente 12 a 15 metros de altura y tiene de 20 a 25
centímetros de diámetro, presenta fuste recto, su corteza externa tiene
lenticelas pequeñas y es de color marrón oscuro, la corteza interna es
blanquecina y amarga.
Las
flores se presentan en racimos compuestas de 4 a 6 cm de longitud cargadas de
numerosas flores. Cada flor es pequeña de unos 2 cm. de longitud, caracterizada
por una corola tubular, presenta 5 pequeños estambres y un sólo pistilo.
Los
frutos miden 1.5 cm a 4 cm de longitud, son oblongoides y se abren desde la
base en dos tapas o valvas; las semillas son diminutas y muy numerosas.
En
el país, se encuentra en los departamentos de Cajamarca (Jaén-San Ignacio),
Pasco (Oxapampa), Puno (Sandia, San Juan de Oro), Amazonas (Chachapoyas),
Huánuco (Huamalies, Río Monzon), Junín (Satipo), Cusco (Valle Urubamba) y VRAEM
(Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro), San Martín (Tarapoto).
El árbol de la Quina, se distribuye
predominantemente en ceja de selva y selva alta, en sistemas ambientalmente
complejos, aparentemente muy vulnerables en sus componentes naturales,
ecológicos, sociales y culturales, en clima generalmente cálido y húmedo, con
precipitaciones abundantes y persistentes y nubosidad casi todo el año.
Actualmente,
su hábitat se ha convertido en uno de los ecosistemas más amenazados por el
hombre, haciendo que desaparezcan los pocos árboles que aún quedan. Se trata de una especie forestal en peligro
aparente por la deforestación, tala ilegal, incendios forestales y la ampliación
de la frontera agrícola.
Asimismo,
un alto porcentaje de especies nativas de flora y de fauna se encuentran
desprotegidas y con el riesgo de que se extingan, tales como el diablo fuerte
(única conífera del Perú), así como muchas orquídeas, líquenes y bromelias. Lo
mismo sucede con la fauna, como: el gallito de las rocas o tunqui, el oso de
anteojos, la sachavaca, primates, samaño (majaz), entre otros.
REELICTOS DEL ARBOL DE LA QUINA EN EL
VRAEM
El
árbol de la Quina, se encuentra en los bosques de neblina del VRAEM (con
características de altos niveles de humedad generados por la captación de
niebla, importantes en el mantenimiento del ciclo hidrológico y la provisión de
agua en las partes bajas de las microcuencas), en los distritos de Llochegua,
Ayna, Santa Rosa, Sivia, San Antonio (parte de la selva de Ayacucho); Pichari,
Kimbiri y Vilcabamba (parte de la selva del Cusco).
La
topografía, está enmarcada entre fuertes pendientes, lo que ha condicionado la
evolución de muchas especies nativas de flora y fauna, entre ellas figura el
árbol de la Quina, el diablo fuerte (única conífera del país), el gallito de
las rocas, el oso de anteojos, entre otros. Lamentablemente, dichas especies,
se encuentran en vías de extinción.
En
el VRAEM, se estima que existan cerca de 3 a 4 especies del género Cinchona
(árbol de la Quina): Cinchona pubescens, C. micrantha y C. officinalis
Cabe
mencionar, que la madera del árbol de la Quina presenta buenas propiedades
físico-mecánicas, de textura media (0.58gr/cm3), fácil de trabajar, empleada en
mueblería y estructuras, presenta un color rosado. Su madera, es utilizada para
dinteles en su estructura de las casas; así como para la construcción de mesas
y sillas. Lamentablemente, los pobladores de la zona rural lo utilizaban
mayormente para leña por su alto poder calorífico y simplemente lo quemaban.
Las
comunidades nativas presentes en el VRAEM, Asháninkas, Machiguengas y algunos
colonos utilizan su corteza contra la anemia, debilidad general, males
hepáticos y como reconstituyente. Asimismo, se reporta su uso para reconfortar
los nervios, restablecer la digestión, fortifica la debilidad de los
intestinos, combate la gastritis, en los dolores periódicos de la cabeza
(jaqueca), destierra los efectos escorbúticos y gangrena, algunas personas le
atribuyen propiedades anti cancerígenas.
La
fenología en el VRAEM, reporta la floración y fructificación entre los meses de
Junio a Octubre (es conveniente cosecharlas, cuando se encuentran en el árbol
para poder propagarlas).
Las
semillas pierden rápidamente su viabilidad y deben de ser almacigadas
inmediatamente luego de obtenidas. La germinación se inicia de 2 a 3 semanas de
la siembra, se repica cuando las plántulas tienen una altura de 5 cm. de
altura.
El
distanciamiento sugerido para las plantaciones con fines de producción para el
uso de la corteza es de 1.5 cm x 1.5 cm., iniciando su cosecha a los 3 años de
acuerdo a la calidad de sitio donde se
encuentre la plantación, con una cosecha final a los 8 a 12 años, que es la
edad en la cual los árboles alcanzan la mayor concentración del alcaloide en la
corteza.
Fuste del árbol de la
quina, donde se observa, que ha sido desprovista parte de su corteza, para ser
usada con fines medicinales: infecciones, inflamaciones, gastritis, fiebres, dolores
de cabeza (jaqueca), reconforta los nervios, algunas personas le atribuyen
propiedades anticancerígenas.
COMO RECUPERAR Y CONSERVAR AL ARBOL DE
LA QUINA, EN EL VRAEM
En
el VRAEM, estamos perdiendo especies de gran valor simbólico y comercial, como
el árbol de la Quina, el diablo fuerte (única conífera del país), aceite maría, quinacho, nogal, caoba, uña de
gato y numerosas epifitas como las orquídeas y bromelias, entre otras especies
de flora y fauna nativas.
En
las últimas décadas, el ámbito del VRAEM no ha sido motivo de estudios
dendrológicos, botánicos, ni de fauna silvestre de parte de investigadores, por
presentarse problemas de carácter político - social (narcoterrorismo). Razón por
la cual es que se conoce realmente poco,
sobre el patrimonio genético de las especies.
Es
sin duda, el ámbito selvático menos conocido del país; de allí la necesidad de
realizar estudios de identificación de especies nativas de flora y de fauna.
Análogamente, la biodiversidad del VRAEM, puede compararse con una biblioteca
natural en la que la mayoría de los libros aún están por abrirse; para ello
requerimos de buenos bibliotecarios y buenos lectores, destruirla significaría
cerrar posibilidades de desarrollo a futuro.
Considerando
la problemática ya descrita, amerita la necesidad de aunar esfuerzos y
voluntades entre todos los sectores, instituciones privadas u organizaciones
sociales de base, gobiernos locales y regionales, para coordinar la
recuperación - conservación de nuestros recursos naturales, a fin de garantizar
una adecuada calidad de vida a la presente y futura generación del VRAEM.
A continuación, podemos señalar algunas acciones para recuperar y
conservar los recursos naturales en el VRAEM:
1.
Conservación in situ (banco de
germoplasma), mediante la creación de unidades de conservación en las jurisdicciones
de las municipalidades, en las zonas de las partes altas y medias de las
unidades hidrográficas (microcuencas), donde se encuentran especies de flora
nativa como: el árbol de la Quina (árbol simbólico), diablo fuerte (única
conífera del país), aceite maría, quinacho, cedro, nogal y especies de fauna
como el gallito de las rocas o “tunki” (ave emblemática del país), el oso de
anteojos, diversos primates, entre otras especies.
2.
Elaborar proyectos de reforestación
con especies forestales nativas, como el árbol de la quina, diablo fuerte,
nogal, cedro, etc., en sus respectivos pisos ecológicos y técnicas adecuadas de
recolección, almacenamiento de semillas de acuerdo a su fenología, manejo
adecuado de las plántulas en vivero, plantación definitiva con el tamaño
apropiado (30 a 50 cm de altura), distanciamiento, lugar y manejo adecuado.
3.
Realizar una cruzada en el VRAEM para
propagar al árbol de la quina, entre otras especies nativas.
4.
Fomentar el conocimiento sobre la
importancia de los ecosistemas donde se encuentran las especies forestales
endémicas del VRAEM, la conservación de los bosques no podrá cristalizarse
mientras la población no comprenda las riquezas que se están perdiendo y ello
requiere educación.
5.
Realizar un inventario forestal en el
ámbito del VRAEM, para evaluar su situación general.
6.
Elaborar una estrategia forestal de
acuerdo a las características biofísicas del VRAEM.
7.
Monitorear los procesos de degradación
eco sistémico y restauración ecológica.
8.
Mayor y mejor control, vigilancia y
administración forestal por parte de los diferentes actores forestales,
promoviendo la conformación de los comités de gestión de bosques.
9. Fortalecer la capacidad institucional
ambiental tanto de organizaciones gubernamentales como no gubernamentales
dedicadas a la fiscalización ambiental, investigación, conocimiento y
transferencia tecnológica de la biodiversidad, la ecología y biología de las
especies de los bosques de neblina que aún no está completa, la búsqueda de la
conservación y el uso sostenible de los recursos naturales hoy amenazados por
las acciones del ser humano.
Ing. Forestal Alejandro Gómez Silvera
Responsable de la Unidad de Gestión Ambiental y Recursos Naturales
Gerencia de Desarrollo Económico y Ambiental
Municipalidad Distrital de Kimbiri